FUSILAMIENTO EN PLAZA MITREEn 1830 el gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, instaló provisionalmente la sede de su gobierno en San Nicolás, asistido por su secretario, el Doctor Manuel Vicente Maza. Dictó y firmó aquí varios decretos relacionados con cuestiones administrativas y políticas, siendo los motivos principales de su estadia las reuniones que tuvo con el gobernador de Santa Fe, Estanislao López, quien traía también la representación oficial del gobernador de Entre Ríos. Asistió a estas importantes deliberaciones, el gobernador de Corrientes, general Pedro Ferré.
Estas reuniones son consideradas como las preliminares del Tratado del Litoral, firmado en Santa Fe el 4 de enero de 1831 por las provincias mencionadas.
Rosas fue participe de un hecho que dejo marcada a la ciudad por esos tiempos, fue el ocurrido el 28 de octubre de 1831, en todos los ámbitos de la ciudad resonaba el estampido de una descarga de fusilería que acallaba las voces de un grupo de inocentes, sin más culpas que las de fidelidad a la consigna de la patria: ¡Libertad, y honor!. Ellos eran oficiales y civiles del ejército del Gral. Paz, a quienes Rosas sentenciaba en la Villa del Rosario, ordenando su ejecución al Comandante Militar, coronel Agustín Ravelo, quién procedió como se le ordenaba, en la plaza de esta ciudad (actual “Mitre”). Otros dos debía entregarlos para remitirlos a Salto, con igual sentencia.
De ese injustificado crimen fueron víctimas el Cnel. Luis Videla; los tenientes coroneles Luis Carbonell, Francisco Ramón Campero, Ángel Altamira y Agustín Montenegro, un hijo de éste de 14 años, llamado Romualdo; los sargentos mayores Pedro Cuello y Pedro Cuevas, y los civiles Agustín Duran y Benito Villaruel. Una estela funeraria en el cementerio recuerda el hecho.
Estas reuniones son consideradas como las preliminares del Tratado del Litoral, firmado en Santa Fe el 4 de enero de 1831 por las provincias mencionadas.
Rosas fue participe de un hecho que dejo marcada a la ciudad por esos tiempos, fue el ocurrido el 28 de octubre de 1831, en todos los ámbitos de la ciudad resonaba el estampido de una descarga de fusilería que acallaba las voces de un grupo de inocentes, sin más culpas que las de fidelidad a la consigna de la patria: ¡Libertad, y honor!. Ellos eran oficiales y civiles del ejército del Gral. Paz, a quienes Rosas sentenciaba en la Villa del Rosario, ordenando su ejecución al Comandante Militar, coronel Agustín Ravelo, quién procedió como se le ordenaba, en la plaza de esta ciudad (actual “Mitre”). Otros dos debía entregarlos para remitirlos a Salto, con igual sentencia.
De ese injustificado crimen fueron víctimas el Cnel. Luis Videla; los tenientes coroneles Luis Carbonell, Francisco Ramón Campero, Ángel Altamira y Agustín Montenegro, un hijo de éste de 14 años, llamado Romualdo; los sargentos mayores Pedro Cuello y Pedro Cuevas, y los civiles Agustín Duran y Benito Villaruel. Una estela funeraria en el cementerio recuerda el hecho.
FOTO: Estela en honor a los caidos, ubicada en el Cementerio de San Nicolás de los Arroyos.
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